Despu??s del mediod??a, entr?? buscando su mesa, ahora mesa mixta, sin colas separadas entre varones y mujeres con ciudadanos fragmentados por categor??as de sexo en escenarios que se convirtieron hist??ricamente en parte de los espacios p??blicos desde donde las travestis vivieron la exclusi??n. Una escena escabrosa, como la recuerda Malva en este mismo momento: ???Muy escabroso era???, dice ella, escritora con 90 a??os de historias de desacatos sobre el cuerpo. ???Porque fijate vos que nosotras hac??amos la cola donde estaban los hombres, porque yo estoy empadronada como var??n; todos me miraban, se daban cuenta, era un poco chocante para m??, para ellos no, para ellos era motivo de risa, motivo de mofa, me dec??an ???se??ora, se equivoc?? de lugar???, y yo no, no respond??a nada. ??Para qu??????
Malva ahora est?? parada en ese lugar de la escuela como si con la presencia intentara buscar las formas de responder. ???El punto es muuuuyy importante???, dice, grandilocuente, categ??rica. ???Porque no deja de ser un reconocimiento que el hecho de hacer cola de hombre y mujer es una segregaci??n social; o sea, establece, digamos, una separaci??n de sexo, cosa que lo veo un poco fuera de ??rbita.???
Alrededor, cada quien entra y sale de sus colas. Malva aguarda en la mesa de extranjeros que como todas, por primera vez, es mesa mixta. Sin embargo, no todo es espacio ganado porque cuando finalmente las autoridades le piden el documento la llaman por su nombre de var??n, y el presidente de mesa sonr??e con una mueca que actualiza por un momento el espanto.
Algo de este ??ltimo asunto marc?? ayer las posiciones frente a este nuevo modo de voto ciudadano, incorporado en la reforma pol??tica. Las mesas parecen haber marcado dos posiciones. Por un lado, el universo de las activistas trans que celebran, como Malva, la posibilidad de dar un portazo definitivo a esas colas malditas con las que la ficci??n del voto ciudadano las deconstru??a devolvi??ndolas al lugar de lo deplorado. Pero tambi??n subrayan los l??mites, porque en ese ??ltimo momento, frente a las autoridades y fiscales, lo que el Estado vuelve a pedirles es el nombre que figura en el documento donde a??n muchas aparecen con su nombre de var??n. En ese sentido, algunas exigen la sanci??n de la Ley de Identidad de G??nero para elegir c??mo nombrarse y ser reconocidas por el Estado en ese lugar. Por otro lado, las feministas que entienden los reclamos de las ???compa??eras travestis???, pero acent??an dos ejes: primero, que con la ley de identidad de g??nero no har??a falta divisi??n de mesas por sexo y, segundo, que la mixtura de las mesas invisibiliza los votos femeninos porque no puede saberse qu?? y c??mo votan mujeres y varones.
???No por ser travesti, porque para m?? es un orgullo ???dice???; pero s?? porque en esas situaciones gritan el nombre y hay comentarios en toda la fila.??? Las autoridades eran tres chicas. ???Fueron muy amables???, explica. ???Pero eso nos hace redoblar la apuesta para reclamar la ley, porque lo peligroso es quedar sujeta a la buena voluntad de quien te atiende, ah?? es donde empiezan los actos de violencia y de discriminaci??n: que una quede al arbitrio de un ciudadano no habla a las claras de un derecho, el derecho es cumplir, como todo el mundo, con esto del voto y despu??s poder irte muy tranquilamente a tu casa.???